Puedes estar viviendo, tu perro va de paseo tranquilamente, es cruzarse con otro perro y empieza la tensión
De pronto frena en seco, tensa la correa, sabemos que lo va a hacer de nuevo, nos ponemos nerviosos, tensa todo su cuerpo, se pone rígido, su mirada se focaliza y concentra en un punto, y comienza el espectáculo. Nosotros relacionamos igual o peor que él.
Salta, ladra, tira y tira de la correa, a veces nos intenta arrastrar e intentamos sujetarlo con fuerza tiramos de él, nos hacemos daño, le hacemos a él...
Gruñe, ladra, se quiere avanzar sobre el perro, enseña los dientes, parece que quiere matarle. Nosotros nos ponemos más nervisos.
En un momento así, lo normal es que todo el mundo que pasa por la zona fije su atención…sobre la persona que lleva al perro.
Eso lo vamos a llamar presión social sobre la acción.
Ahora el propietario debe recuperar el control como sea, si es un hombre, la presión social sobre la acción es diferente que si es una mujer. En muchos casos los hombres suelen intentar solucionar el problema intentando mostrarse fuertes en todo momento que el perro y las mujeres suelen utilizar más el llamado bloqueo estático (esperar a que el otro perro se marche de la escena) no siempre ocurre así evidentemente.
¿Qué se suele hacer cuando el otro perro desaparece de la escena?
O bien se castiga a nuestro perro, se le regaña, se le da tirones secos del collar o se le da algún que otro correazo en el costado.
O bien se le recrimina su conducta, teniendo en esos momentos a el perro en una posición de sumisión.
Se intenta recuperar el control para que la atención de los demás deje de estar sobre nosotros.l
Esta situación volverá a repetirse una y otra vez, la respuesta del perro volverá a ser la misma e incluso más agresiva.
Lamentablemente, el dueño, quizá tú, tendrá que repetir la secuencia una y otra y otra vez, día tras día, durante muchos años.
El resultado es que pasear con un perro reactivo se convierte en una tarea en el mejor de los casos desagradable. En el peor, en un infierno.
Debemos tener en cuenta que nuestra reacción es clave.
¿Y a que no sabéis qué? Que la situación puede empeorar si sobre todo si tu perro reactivo es grande y te cruzas con otro perro grande con el mismo problema.
¿Qué puedo hacer cuando mi perro se porta de esa manera en la calle?
El primer paso:
Para lograr avances con un perro reactivo, que muestra conductas desproporcionadas ante ciertos estímulos, lo mejor es percatarse de que inhibir la conducta por la fuerza o enfadarse con el animal no es eficaz.
Bueno no es nada nuevo para ti seguro que ya te has dado cuenta. Por qué lo estás probando una y otra vez sin éxito ninguno.
El segundo paso:
Para ayudar a tu perro, mi consejo es cambiar el enfoque. En lugar de tratar de anular la conducta, empieza a que preguntarte:
«¿por qué lo hace?».
La respuesta más común en la gran mayoría de los casos es por miedo. Miedo a no saber manejar la situación. Mi perro está atado y actúa con miedo por no poder solucionar la situación, aprende a defenderse atacando.
¿Puede ser miedo al detonante que le hace explotar?
¿Puede ser miedo a una situación que previamente ha asociado con ese detonante?
Un perro muchas veces tiene miedo a otros perros porque no se ha relacionado apenas con ellos de cachorro, y se siente amenazado ante la presencia de sus congéneres.
O puede que tenga dolor, le duela la cadera, la pata, la rodilla... y la interacción con otros perros le produzca más dolor en ocasiones y trata de evitarlo.
Si comprendes que tu perro reactivo en realidad es un perro miedoso, enhorabuena has dado un gran paso. Aunque le veas valiente por querer atacar otros perros puedes estar equivocado. El miedo hace atacar otro perro sin razón.
Pongamos un ejemplo en personas:
Regañar, gritar, pegar, zarandear o tratar de corregir a una persona que grita por miedo, da saltos, entra en pánico y manotazos porque ha visto una araña no hará que cambie su conducta la siguiente vez que vea una araña. Tampoco eliminará el miedo.
Entenderlo y ofrecerte apoyo, hacer de escudo, espantar la araña, o acompañarle lejos, sí será de ayuda.
Puede que la siguiente vez grite y salte menos, y que busque tu ayuda, en lugar de hacer lo de siempre.
Lo mismo ocurre con tu perro. Nuestro cerebro actúa en los mismos lugares que actúa en el cerebro de nuestro perro, en el llamado cerebro reptiliano. El más antiguo y menos evolucionado. Ante el miedo nos paralizados, huimos o atacamos. Si estamos atados, cómo nuestro perro, no podemos huir así que o atacamos o tenemos una reacción inmovilizadora
Si le ayudas en esos momentos en lugar de dirigir tus esfuerzos a inhibir la conducta que te incomoda ante la gente que te mira, lograrás mejores resultados.
La conducta disminuirá paulatinamente de intensidad y frecuencia, tu perro introducirá una nueva opción “volverse hacia la persona buscando ayuda” en su repertorio de “qué puedo hacer cuando me cruzo con otro perro”.
Si has cambiado el enfoque de “tengo que parar esta conducta como sea, porque tengo un perro dominante/desafiante/pendenciero/malo”
A una conducta como “mi perro tiene miedo a ciertos estímulos y trata de que se alejen de él y no le invadan el espacio”
Notaremos una mejoría en la actitud del perro y sus decisiones de cómo solucionar el miedo.
La ayuda real será el trabajar esa reactividad en entornos controlados. Para ello recomiendo tener el control siempre de la situación.
Pero en el día a día habrá tropiezos y retrocesos, y hay que gestionarlos: no es práctico ni realista intentar evitar todos los detonantes todos los días mientras trabajamos un problema que puede llevar semanas o meses resolver. Así que volvemos al principio.
¿Qué acciones concretas puedes llevar a cabo cuando tu perro se activa y tú te sientes fatal y todo el mundo te mira?.
1- Focaliza tu atención en tu perro, no en tu entorno
Es más fácil ignorar el que todos te miren si no les miras a ellos.
A veces nos importa mucho lo que los demás pueden pensar de nuestro perro, no debemos de darle importancia. En el mejor de los casos no los volveré a ver y posiblemente en menos de 20 segundos ya habrán olvidado de mí.
2- Controla lo que solamente puedas controlar tú.
En la mayoría de las veces no puedes pedirle al perro o al señor, o a la bicicleta que te dejen espacio a tu perro.
Bueno por poder puedes, pero en realidad es nuestro problema, no el de ellos, así que seguramente no te hagan caso.
Pero tengo una buena noticia puedemos poner espacio entre tu perro y ese detonante.
¿Qué puedo hacer entonces?
Alejarse e huir manteniendo la calma es la mejor opción y la mejor salida que le puedes dar a tu amigo en este caso. Acuérdate ante el miedo o nos bloqueamos, o atacamos o huimos. Si estamos atados no podemos huir.
¿Qué ha clavado las cuatro patas y no parece que quiera alejarse, se ha bloqueado?.
Seguramente porque en su cabeza, donde están pasando cosas horribles en ese momento y se encuentra en “visión de túnel” solamente ve el enfrentamiento, la opción “alejarme yo” no existe.
Sus antecedentes, y sus refuerzos se lo han confirmado durante este tiempo la mejor opción es enfrentamiento. Se ha habituado a una única opción: pedir espacio (por las malas).
En ese momento el perro cree que está utilizando todos sus recursos físicos y mentales para defender su vida e incluso la de la persona que le acompaña.
Paciencia le llevará algún tiempo darse cuenta de que le estás ofreciendo otra salida más cómoda y menos estresante.
La mejor opción es sácale de allí, aléjate del enfrentamiento directo.
Guardar la calma, sin correr, sin dar tirones secos (la tensión constante en la correa será inevitable, pero no es necesario darlos) sin gritar ni tratar de convencerle ni convencerte de nada. Simplemente aléjate y llévate a tu perro contigo.
3- Establece una nueva costumbre.
Ya hemos aprendido de que no es necesario volver a pelear por la vida. No es una alabanza real. Esta todo en la cabeza de nuestro perro, no es tan terrible cómo creía. Necesitamos espacio y lo tenemos que conseguir
Repitiendo un alejamiento tranquilo y constante, sin añadir más emociones al contexto, asientas un precedente: hay otra opción a “pelea”, y es “huye”.
Es una opción mejor.
Eso le ayudará y reducirá tensiones y la intensidad y frecuencia de la conducta reactiva.
4- Ahora nosotros, Relájate.
Aunque no seamos muy consciente de ello nosotros tenemos miedo a la situación. Nos ponemos rígidos, tensamos la correa, endurecemos la mano...sabías que ante el miedo nuestro cerebro segrega una sustancia que es detectada por nuestro perro a través del olfato.
Nos activamos, activamos al perro...en muchas ocasiones veo como el dueño ve a otro perro y nuestro perro aún no lo vió y es activado empezandolo a buscar utilizándose como detonante.
Desconecta del entorno y concéntrate en tu perro.
Respira hondo, relájate, no ponerse nervioso, libera tensión de las manos (¡y de la correa!), dirige tu cuerpo hacia donde tengas previsto moverte, y simplemente susurra “Toby, no hay problema, nos vamos”.
Hay que aléjate con decisión, sin prisas ni brusquedades ni gritos.
5- Elimina el dolor de perro.
Los castigos mal empleados pueden hacer que el perro tenga aún más miedo al cruzarse con el miedo.
Si no sabes bien como utilizarlos desecha el uso de sistemas “de control” que sean deslizantes, metálicos, con pinchos o eléctricos. La mejor opción es el redirigir el perro sin causar dolor
Aumentan el miedo y la reactividad, garantizado.
Controla su mente y no el cuerpo.
Quizá parecen facilitar el control sobre el cuerpo del perro (restan fuerza a sus tirones), pero provocan un descontrol total sobre la mente, que es la que al final decide qué va a hacer el perro.
Hay arneses que ayudan a mantener cierto control en perros grandes que dan tirones y que en principio no empeoran tu problema.
Úsalos.
6- Premiar al perro cuando toma la salida correcta él tiene que saberlo.
Hay déjale muy claro al perro lo orgulloso que estás cuando logra mantener el control de sí mismo.
Si ve un detonante, y permanece unos segundos “en espera” (puede que tenso y a la expectativa, pero se contiene), felicita con gran entusiasmo y prémiale con comida apetitosa.
Mejor si puedes dejar caer un trozo de algo muy apetitoso por el suelo así él desconecta del foco detonante, se relaja, recibe toda tu aprobación, y tiene una actividad alternativa.
Si logras hacer esto en el momento justo, cuando tu perro reactivo detecta la amenaza pero aun no ha perdido los papeles, puedes conseguir muchos avances en poco tiempo.
Y todos contentos.
7 Todo esto no hará que el miedo de tu perro desaparezca.
Eso nunca ocurrirá. El miedo es una emoción muy primaria y poderosa. Nos pone a salvo, o nos condena, pero sobre todo nos domina.
Aprender a gestionarlo cuando está fuera de lugar requiere un proceso, mucho tiempo, y mucha práctica.
Con estas medidas ayudarás a tu perro.
Al dejar de pensar en lo que los demás dirán de ti y concentrarte en lo que tu perro necesita en esos momentos, es cuando consigues avanzar en la dirección correcta.
Y con el tiempo un día dirás “¡ey, hemos pasado muy cerca de ese perro y casi ni le has mirado, buen chico!”.
8 La inundación
Algunos de los mejores educadores caninos expertos en el tema utilizan la analogía de la “inundación”. Que el perro llegue a un momento de inundación es lo que nosotros tenemos que intentar evitar, puesto que una vez “inundado” se ahogaría. En el momento que el perro presta mucha atención y va directo al detonante (por ejemplo, otro perro) tenemos pocas bazas para evitar que tenga un momento de reactividad.
Es muy importante que conozcamos las señales corporales que nos muestra (se inclina hacia delante, boca cerrada, cola alta y en tensión, cara rígida…etc.) saber anticiparnos antes de llegar a la zona de inundación. Esto es necesario tenerlo en cuenta ya que es importante a la hora de no frustrarnos y evitar llegar a unos niveles de estrés y ansiedad altos en nuestro perro.
Evita SIEMPRE llegar a este punto. Aprenderá mejor a gestionar su miedo.
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